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SENCILLEZ Y FELICIDAD

  • Foto del escritor: Liz Carbonel
    Liz Carbonel
  • 12 abr 2020
  • 1 Min. de lectura


Cada día es un milagro, despertar, respirar, tener que comer, tener personas a quienes amar, algo en que sentirnos útiles o servir. Son expresiones de que la vida es sencilla. Si queremos una vida extraordinaria debemos creer que ya lo es, haciendo de todo detalle una ocasión especial.


¿Por qué muchas veces vemos la vida con tanta complejidad que nos genera angustia?


La mayoría nos hemos acostumbrado a ver y encontrar la felicidad en la pareja «perfecta», el trabajo «ideal» o en los grandes momentos como las graduaciones, el nacimiento de nuestros hijos, o en esos días que marcamos en un calendario para celebrar una y otra vez. De esta manera condicionamos la felicidad a la espera de los «grandes momentos», y muchas veces con expectativas que no se cumplen o suceden de manera distinta a la imaginada. Esto genera frustración y sensación de infelicidad.


La psicóloga Jennifer Aaker, de la Universidad de Stanford, realizó diversos estudios y concluyó que las personas logramos la felicidad cuando perseguimos objetivos concretos, por muy pequeños que sean. Por ejemplo, hacer sonreír a alguien.


Para hacer de cada pequeño momento un instante mágico, necesitamos entrenarnos, reeducarnos y enfocarnos en nuestros propósitos. El cerebro necesita metas alcanzables y que lo reten para mantenerse en el camino del optimismo.


Imaginemos a un niño de unos 5-6 años. Ése es el mejor ejemplo de vivir en el aquí y en el ahora. Juega entretenido con cualquier cosa que despierte su imaginación. No piensa demasiado en el mañana. Simplemente está disfrutando el momento y sintiendo. Vivamos la vida como los niños y celebremos cada pequeño detalle.


 
 
 

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